Así como las criptomonedas han venido a tomar sus posiciones como nuevos sistemas de coordinación de mercados, su programabilidad en torno a las condiciones y alcances establecidos entre un grupo de personas o agentes trae consigo nuevos e interesantes paradigmas en torno a como se diseñan y se despliegan nuevas organizaciones, las así llamadas DAOs.
Entendiendo a la Organización como conjunto de individuos que se regulan bajo una cultura o conjunto de normas determinadas para el cumplimiento de un propósito o fines específicos, podemos ubicar a la sociedad misma como un organismo organizacional governado por dinámicas de mercado, y de propósitos (políticas). Cuando un colectivo se une en propósito para colaborar en ser partícipe en una dinámica de mercado, allí tenemos una organización. Empresas registradas, Corporaciones, ONGs, Cooperativas, Entidades religiosas, partidos políticos, asociaciones de vecinos, etc.
Pero ¿Por qué necesitamos de las organizaciones? ¿No podemos en cambio ser todos libres de prestar nuestros servicios a los mejores postores que nos vayan apareciendo independientemente de estar permanentemente contratado por una empresa?
En 1937, el premio Nobel de Economía Ronald Coase, se hizo la misma pregunta, de hecho, si el mercado se demuestra eficiente siendo autónomo y descentralizado, y no controlado por un Estado, ¿por qué a nivel organizacional, para llevar a cabo tareas específicas, que requieren no más que la colaboración entre un colectivo; se requiere una estructura verticalmente jerarquizada, comandada y controlada por un CEO, Presidente, o Director General?
En su tesis The Nature of the Firm, Coase entendió que la razón de ser de la centralización del poder de las organizaciones se basa únicamente en la eficiencia en los costes de transacciones inter-relacional.
Entre los agentes que llevan a cabo la misión de la organización, es decir los costes en términos de tiempo, esfuerzo y dinero que tienen las fricciones relacionales en sistemas descentralizados son más altos que los centralizados, lo que guió a los gerentes organizacionales del siglo pasado a una industrialización Taylorista de comando y control.
Fuente: https://www.infosurv.com/why-your-top-management-needs-good-employee-and-customer-feed-back/
Pero así como la centralización sufre del Problema de Agencia, donde el intermediario (e.g. CEO) encuentra la posibilidad jugar con información asimétrica a su favor y anteponer sus propios intereses a los de los shareholders; es menos conocido que los directivos tienden a tomar peores decisiones estratégicas que un sistema de agregado de información, ofertas y demandas de las bases organizacionales.
Coase individuó décadas antes de la llegada del internet, que la razón lógica de existir de las organizaciones (que hasta la fecha siguen siendo iguales, o parecidas), es su facilidad de reducir los costes de transacciones clasificándolos en:
- Costes de Información y Comunicación: agrupando gente en un mismo edificio y obligándoles a cumplir un horario era la mejor manera de promover la cooperación estrecha que necesita(ba) un equipo para lograr un objetivo en común.
- Costes de contratación: la incertidumbre proveniente de una negociación “descoordinada” entre individuos, pares entre sí, pero con recursos, habilidades diferentes pero complementarios tiende a estar llena de egos con consecuencias desfavorables para el bien común.
- Costes de Coordinación: se refiere a los costes intrínsecos en encajar los diferentes recursos y esfuerzos disponibles dentro de un mismo protocolo y lógica que lleve a optimizar los recursos en costes, calidad y usabilidad.
Si por un lado el internet ha logrado una considerable disminución de los costes de información dentro y fuera de las organizaciones, por el otro, blockchain empieza a demostrar que programando smart contracts con incentivos que convergen en lo individual y lo colectivo están planteando una solución práctica y escalable a la Tragedia de los comunes, donde Garret Hardin defendía en 1968 que la codicia humana acabaría con cualquier iniciativa que busque la sostenibilidad de recursos y actividades comunes para algún colectivo.
De cara al futuro, nos enfrentamos a una sociedad que será retada a cambiar un aspecto fundamental de su esencia, su organización. Los venideros avances exponenciales en la tecnología permitirán disminuir los costes de comunicación, contratación y coordinación a niveles tales que nuestras organizaciones quedarán obsoletas.
A pesar del derrumbe de The DAO en 2016, donde un hacker robó alrededor de 50M USD en ETH de los 150M USD que poseía el smart contract que regía tal organización gracias a una vulnerabilidad en su código, hemos visto emerger en el último par de años soluciones que no sólo garantizan la suficiente seguridad para manejar alta cantidad de fondos comunes, sino mecanismos de diseño que buscan maximizar con relativa simplicidad, la colaboración, y por ende la generación de valor, entre las personas (usuarios, shareholders, proveedores de servicios…) organizadas alrededor de un propósito en común alrededor de un protocolo o smart-contract.
Todo esto se vuelve incluso más interesante al entender como la evolución de las ciencias organizacionales están convergiendo hacia sistemas distribuídos de compromiso colaborativo (e.g. Agile, Holocracy) que permiten que las necesidades soft (flexibilidad, movilidad, inclusión, diversidad, creatividad, innovación…) de las nuevas generaciones se alineen con el compromiso que le deben a la organización para maximizar los beneficios en la consecución de sus objetivos.
Una nueva era de productividad basada la evolución programática de micro-economías que garanticen la alineación de incentivos individuales y colectivos está ya empezando, desde Ethereum Madrid hemos seguido muy de cerca todos los razonamientos y técnicas que no sólo nos permiten hoy en día crear una DAO con la facilidad de unos pocos clicks, sino que nos abren una ventana muy clara y expansiva para vislumbrar como será efectivamente el futuro de las Organizaciones.